lunes, 31 de octubre de 2011

mark rothko

Mark Rothko

 
Mark Rothko
Nombre de nacimiento Marcus Rothkowitz
Nacimiento 25 de septiembre, 1903
Fallecimiento 25 de febrero, 1970 (67)
Nueva York, Estados Unidos
Nacionalidad Estadounidense
Área pintor
grabador
Educación Universidad Yale

Marcus Rothkowitz (Daugavpils, Letonia, 25 de septiembre de 1903Nueva York, Estados Unidos, 25 de febrero de 1970), conocido como Mark Rothko (en letón, Marks Rotko), fue un pintor y grabador nacido en Letonia, que vivió la mayor parte de su vida en los Estados Unidos. Ha sido asociado con el movimiento contemporáneo del expresionismo abstracto, a pesar de que en varias ocasiones expresó su rechazo a la categoría «alienante» de pintor abstracto.[1] En 1925 inició su carrera como pintor en Nueva York de modo autodidacta. Hacia 1940 realizó una pintura muy similar a la obra de Barnett Newman y Adolph Gottlieb, próxima al surrealismo y plagada de formas biomorfas. A partir de 1947 su estilo cambió y comenzó a pintar grandes cuadros con capas finas de color. Al pasar los años la mayoría de sus composiciones tomaron la forma de dos rectángulos confrontados y con bordes desdibujados por veladuras.

Son frecuentes los grandes formatos que envuelven al espectador, con la finalidad de hacerle partícipe de una experiencia mística, ya que Rothko daba un sentido religioso a su pintura. Al final de su vida sus cuadros son de tonalidades oscuras, con abundancia de marrones, violetas, granates y, sobre todo, negros. Corresponde a esta época la capilla de la familia Ménil, en Houston, un espacio de oración donde catorce cuadros cubren un espacio octogonal.

[editar] Biografía

[editar] Infancia

Mark Rothko nació en Daugavpils, en el Imperio ruso (ahora conocido como Letonia). Su padre Jacob, era un farmacéutico e intelectual, que educó a sus hijos con ideas seculares y políticas, en vez de normas religiosas; y su madre era Anna Goldin Rothkowitz.[2] Rothko fue el cuarto hijo de este matrimonio.[3] Sus hermanos eran Sonia, Moise (quien cambió su nombre más tarde a Maurice) y Albert. A los cinco años, fue inscrito en el Jéder, donde estudio el Talmud, siendo el único de los hermanos en recibir este tipo de educación religiosa.[4] Se cree que esta experiencia tuvo un efecto adverso en su vida, estigmatizándolo como un intruso dentro de su propia familia. Todos sus hermanos mayores fueron educados bajo el sistema de las escuelas públicas, bajo una doctrina laica.[5]

Durante el periodo de la Rusia zarista, Daugavpils estuvo libre de violencia, a pesar de que en el ambiente general los judíos eran culpados por los males que habían caído sobre Rusia. No obstante, se cree que su niñez estuvo plagada de miedo, debido a que pudo haber presenciado algún acto de violencia ocasional llevado a cabo por los cosacos hacia los judíos que intentaban hacer levantamientos revolucionarios. De este periodo existe una memoria que fue manifestada en varias ocasiones por Rothko, en la que expresa:

«Los Cosacos se llevaron a los judíos del pueblo hacia los bosques, y les hicieron cavar una fosa común...Imaginé esa tumba cuadrada tan claramente que no estaba seguro si realmente la masacre había ocurrido durante mi existencia. Siempre estuve atormentado por la imagen de esa tumba, y que de alguna manera profunda estaba encerrada en mi obra pictórica».[6]

Algunos críticos han interpretado el uso tardío de las formas rectangulares en la obra de Rothko, como una representación de estas tumbas. Sin embargo, sus recuerdos han sido cuestionados, debido a que ninguna ejecución masiva se cometió durante ese periodo en Daugavpils o en los alrededores.[7]

[editar] Emigración a los Estados Unidos

Su padre, Jacob, decidió emigrar a los Estados Unidos en 1910, con la ayuda financiera de su tío Samuel (quien cambió su apellido a Weinstein), y partió con el temor de que sus hijos fueran reclutados en el ejército zarista.[4] [8] En esta época numerosos judíos abandonaron Daugavpils debido al inicio de las purgas cosacas, y Jacob con dos de sus hermanos lograron salir de Rusia, estableciéndose en Portland, Oregón como fabricantes de ropa.

Sin embargo, Mark, con su madre Anna y su hermana Sonia permanecieron en Rusia, y viajaron en 1913 a Estados Unidos para reunirse con su padre y con sus hermanos Albert y Moise, que habían viajado en 1912. Finalmente arribaron a los Estados Unidos el 17 de agosto en un barco llamado SS Czar, después de una travesía de doce días que inició en la ciudad de Liepāja.[4] El 27 de marzo de 1914, su padre Jacob falleció a causa de un cáncer de colon, dejando a su familia sin un soporte económico. La familia se vio obligada a trabajar en el negocio familiar de los Weinstein, mientras que Rothko se dedicó a vender periódicos en la calle.[4]

En 1913, fue inscrito en la escuela Failing School, en donde no había tutoría del idioma inglés para los hijos de los inmigrantes.[9] Finalmente, en 1915, ingresó en la escuela Shattuck Elementary School y en el lapso de un año logró completar y acelerar su educación de tercer grado a quinto grado.[10] En 1918 ingresó a la secundaria Lincoln High School, ubicada en Portland, y se graduó a los diecisiete años en junio de 1921.[4] Durante su periodo de educación no recibió clases formales de arte, pero realizó bosquejos y dibujos. Además se convirtió en miembro del centro de la comunidad judía, donde probó ser un experto orador en discusiones sobre política. Al igual que su padre, Rothko era liberal y le apasionaban los temas sobre los derechos del trabajador y el derecho de las mujeres a la anticoncepción. Generalmente los judíos liberales apoyaban la Revolución Rusa, a pesar de que su convicción política podría ser descrita como decorativa en el sentido de que nunca estuvo comprometido con actividades políticas.[11] Entre algunos de los pasatiempos de su juventud estaban su afición por tocar el piano y la mandolina, y asimismo dedicaba parte de su tiempo libre para escribir poemas.[12]

Alrededor de 1921 a 1923 ingresó a la Universidad de Yale con una beca, pero abandonó sus estudios antes de graduarse.[3] [13] La intención inicial de Rothko era estudiar la carrera de derecho o ingeniería, y por esta razón tomó clases relacionadas con la física, filosofía, y economía. Empezó sus estudios universitarios en compañía de dos de sus amigos provenientes de Portland, Aaron Director y Max Naimark. Sin embargo, su beca y las becas de sus amigos fueron canceladas al final del primer año de estudios. Esta situación lo obligó a que realizase trabajos a medio tiempo, como ayudante de lavandería y mensajero, para poder pagar sus estudios.[4]

Durante sus estudios en Yale, se ha rumoreado que sufrió de ataques antisemitas por parte de diversos miembros de la facultad.[14] Esto impulsó a que Rothko, con sus amigos crearan una revista clandestina, titulada The Yale Saturday Evening Pest, en la que se hacía sátira del sentimiento elitista de algunos individuos de la comunidad.[15] [16] En el año de 1923, Rothko abandonó sus estudios en Yale, sin haber recibido clases de arte, y regresaría 46 años más tarde para recibir un título honorario.[4]

[editar] Carrera artística

En 1923, luego de dejar sus estudios en Yale, decidió mudarse a Nueva York. En esta ciudad, tuvo su primer encuentro con el arte en el Art Students League de Nueva York, y describió su experiencia de la siguiente forma:

"Entonces un día resultó que presencié una clase de arte, con el motivo de encontrarme con un amigo que estaba asistiendo al curso. Todos los estudiantes estaban realizando un bosquejo de una modelo desnuda, y en ese momento decidí que esa era la vida para mí."[17]

De esta manera se ha demostrado que su afición al arte fue tardía, cuando contaba con veinte años de edad. Esta nueva afición por el arte, lo impulsó a matricularse en el Art Students League de Nueva York, pero a los dos meses decidió regresar a Portland a visitar a su familia, y durante su viaje resolvió unirse a un grupo de teatro dirigido por la esposa de Clark Gable, llamada Josephine Dillon.[18] Sin embargo, Rothko fracasó debido a que no tenía la apariencia necesaria para ser un protagonista de cine.[19]

En 1925, Rothko regresó a Nueva York e inició su formación artística en el instituto "New School of Design", donde uno de sus profesores fue el artista Arshile Gorky, quien era miembro del movimiento vanguardista.[18] En otoño del mismo año recibió clases en el Art Students League de Nueva York, las cuales fueron impartidas por el artista de bodegones Max Weber, de origen ruso. A través de Weber, empezó a visualizar al arte como una herramienta de expresión emocional y religiosa, consecuentemente sus pinturas de este periodo demuestran la influencia de su instructor.[20] [21]

[editar] Círculo de Rothko

La mudanza a Nueva York lo estableció en una atmósfera fértil para que experimentase el arte proveniente de todas las culturas y todos los periodos. Los pintores modernistas realizaban sus exhibiciones en las galerías de arte neoyorquinas, y los museos de dicha ciudad eran recursos invalorables para que se fomentase el conocimiento artístico, la experiencia y las habilidades. Entre sus influencias tempranas estuvieron las obras de los expresionistas alemanes, los trabajos del surrealista Paul Klee, y las pinturas de Georges Rouault. En 1928, Rothko tuvo su propia exhibición en compañía de un grupo de jóvenes artistas en la Galería oportunidad (en inglés, Opportunity Gallery).[22] [23] Sus pinturas incluyeron interiores oscuros, expresionistas, y temperamentales, como también escenas urbanas, y fueron generalmente aceptados por los críticos y sus colegas. A pesar de su creciente fama, aún tenía que complementar sus ingresos, y en 1929 empezó a dar lecciones de pintura y escultura en arcilla en la academia Center Academy en Brooklyn, donde permaneció como profesor hasta 1952.[24]

In the Tower - Mark Rothko

En esta época conoció a Adolph Gottlieb, quien conjuntamente con Barnett Newman, Joseph Solman y John Graham eran parte de un grupo de jóvenes artistas seguidores del pintor Milton Avery. Avery estilizó las pinturas relacionadas con escenarios naturales por medio de un vasto conocimiento de la forma y el color, convirtiéndose en una importante influencia en el arte de Rothko como puede apreciarse en la obra titulada Bañistas, o escena de playa (en inglés, Bathers, or Beach Scene), de 1933.[25]

Rothko en compañía de su mentor Avery y sus colegas vacacionaban durante largas temporadas en las localidades de Lake George y Gloucester, en Massachusetts.[26] Generalmente dedicaban sus días a la pintura y en las noches discutían sobre arte. En una visita a Lake George en 1932, conoció a Edith Sachar, una diseñadora de joyas que se convertiría en su esposa el 12 de noviembre del mismo año. En un inicio mantuvieron una relación estrecha, basaba en el apoyo mutuo.[27] [28]

El siguiente verano, Rothko realizó su primera exposición individual en el museo de arte de Portland, donde exhibió mayoritariamente dibujos y acuarelas, como también algunos trabajos de sus estudiantes preadolescentes del instituto Center Academy. Su familia nunca comprendió su decisión de ser artista, especialmente en una época en que la economía estaba en crisis debido a la Gran Depresión.[29] [30] Después de sufrir varios percances financieros, sus familiares los Rothkoviches estaban desconcertados por su aparente indiferencia a las necesidades económicas; y sentían que le estaba perjudicando a su madre al no encontrar una carrera más lucrativa y realista.[31]

[editar] Primera exposición

Cuando regresó a Nueva York, sin el apoyo de su familia, realizó su primera exposición individual de sus trabajos artísticos en la galería Contemporary Arts Gallery, del 21 de noviembre al 9 de diciembre de 1933, donde presentó quince pinturas al óleo, en su mayoría retratos, con algunas acuarelas y dibujos.[32] Sin embargo, fueron los óleos los que capturaron la atención de los críticos de arte debido a la riqueza del color y su dominio artístico, sobrepasando la influencia ejercida por Avery. A finales de 1935, se unió a un grupo de artistas conformado por Ilya Bolotowsky, Ben-Zion, Adolph Gottlieb, Lou Harris, Ralph Rosenborg, Louis Schanker y Joseph Solmon. El conjunto de artistas recibió el nombre de Los diez o Los diez disidentes de Whitney (en inglés, The Ten o Whitney Ten Dissenters), y su misión de acuerdo al catalogo de 1937 de la galería Mercury Gallery era protestar contra la presunta equivalencia entre la pintura americana y la pintura literal.[33] [34]

[editar] Fallecimiento

Un episodio depresivo, posiblemente con influencias de antidepresivos y adicción profunda al alcohol llevó a Rothko al suicidio. Ciertas fuentes señalan que el suicidio del pintor es un paralelismo con el final de su obra, siendo esta última de tonos más oscuros que podrían introducir el trágico final del autor.

Capilla Mark Rothko en Houston, Texas.

[editar] Referencias

  1. Fleming, p. 601.
  2. Breslin, p.15-16.
  3. a b «The Early Years» (en inglés) (Galería Nacional de Arte (Washington)) (2008). Consultado el 1 de junio de 2008.
  4. a b c d e f g Weiss, p. 333.
  5. Breslin, p.18
  6. Breslin, p.17.
  7. Breslin, p.18.
  8. Chave, p.51
  9. Breslin, p. 32.
  10. Breslin, p.33 -34.
  11. Breslin, p.35.
  12. Breslin, p.42
  13. «Mark Rothko Biography» (en inglés). Guggenheim Collection. Consultado el 4 de junio de 2008.
  14. Breslin, p.50
  15. Breslin, p.51
  16. Chave, p.53
  17. Breslin, p.54
  18. a b Weiss, p.334
  19. Breslin, p.55
  20. «Mark Rothko» (en inglés). Huntfor (2007). Consultado el 29 de septiembre de 2008.
  21. Breslin, p.63
  22. Ashton, p.16
  23. «Mark Rothko» (en inglés). Westbrook Gallery. Consultado el 29 de septiembre de 2008.
  24. Seldes, p.15
  25. Rothko y López-Remiro, p.51
  26. Alloway, p.16-17
  27. Kunsthalle, Hamburger (19 de junio, 2008). «Biography of Mark Rothko» (en inglés). Espaces, Art & Objects. Consultado el 30 de septiembre de 2008.
  28. «Mark Rothko "The Edith Sachar Collection: Paintings & Works on Paper from the 1930s & 1940s"» (en inglés). Artnet (2007). Consultado el 30 de septiembre de 2008.
  29. Jahn, Jeff (12 de marzo, 2008). «Rothko in Portland» (en inglés). Portland Art. Consultado el 30 de septiembre de 2008.
  30. Dwyer Hogg (21 de septiembre, 2008). «Rothko revealed: Christopher Rothko shares troubled memories of his father Mark» (en inglés). The Independent. Consultado el 1 de octubre de 2008.
  31. Breslin, p.57
  32. Ziska, Deborah. «Mark Rothko: A Chronology» (en inglés). National Gallery of Art. Consultado el 1 de octubre de 2008.
  33. Berman, Avis (1937). «The Ten Whitney Dissenters» (en inglés). Louis Schanker. Consultado el 1 de octubre de 2008.
  34. «'The Ten': Rothko, Solman and the Birth of the American Avant» (en inglés). Bnet (1999). Consultado el 1 de octubre de 2008.

[editar] Bibliografía

  • Alloway, Lawrence y Adolph Gottlieb (1981). Adolph Gottlieb, a retrospective. Nueva York: Husdson Hills. ISBN 0-939742-01-2. 
  • Ashton, Dore (2003). About Rothko. Cambridge: Da Capo Press. ISBN 0-306-81264-9. 
  • Breslin, James (1998). Mark Rothko: A Biography. Chicago: University of Chicago Press. ISBN 0-226-07406-4. 
  • Chave, Anna (2001). Mark Rothko: Subjects in Abstraction. New Haven: Yale University Press. ISBN 0-300-04961-7. 
  • Fleming, William (2005). Arts & Ideas Vol. 2. Belmont, California: Thomson Wadsworth. ISBN 0-534-61383-7. 
  • Seldes, Lee (1996). The legacy of Mark Rothko. Nueva York: Da Capo Press. ISBN 0-306-80725-4. 
  • Weiss, Jeffrey (2000). Mark Rothko. New Haven: Yale University Press. ISBN 0-300-08193-6. 

[editar] Enlaces externos

lunes, 24 de octubre de 2011

la entrevista

Reportajes y Entrevistas
Las confesiones de Richard Nixon

Artículo correspondiente al número 200 (23 de mar al 05 de abr 2007)


En marzo de 1977 el británico David Frost consiguió que Richard Nixon se sentase a hablar con él frente a la cámara, con total franqueza, sin evitar tema alguno. El resultado –una serie de programas titulados "The Nixon interviews"– cumple hoy 30 años y hace poco fue editado en DVD. Se trata de un documento único, porque para desconcierto de su propio entrevistador, el ex presidente optó por lo inesperado, por primera y última vez: pedir perdón.
Por Christian Ramírez

Conseguir el entrevistado imposible es la fantasía favorita de mucho periodista, más aún de los regalones que tienen acceso a casi todo. Y, sin embargo, varios de esos sueños solo se quedan en categoría de tales. Hay gente que simplemente no habla, porque nunca lo ha hecho, o porque en su momento habló más de la cuenta.

En agosto del 74, derribado por el escándalo de Watergate, el recién renunciado Richard Nixon entraba a la perfección en esa última categoría, aunque es probable que por entonces ya supiera que la cacería de los medios por obtener su personal versión de los hechos estaba por comenzar. De hecho, el ex presidente estadounidense había tomado medidas al respecto: su representante para estos asuntos era Swifty Lazar, un agente de las estrellas, un miembro de la comunidad hollywoodense que debutó en su cargo firmando con Warner Books un contrato de dos millones de dólares por las memorias del mandatario, a solo un mes de su renuncia. De modo que el nicho del libro estaba ocupado. Pero aún quedaba la TV.

Entra en esta historia David Frost (67). El animador británico, que en los 60 había pasado de actor y presentador de variedades a serio entrevistador de actualidad, andaba tras Nixon casi desde el momento mismo de su renuncia: "Las preguntas sin respuesta sobre su presidencia estaban casi igualadas a las respecto de su personalidad", comentaría más tarde. "Sin lugar a dudas era en ese momento el entrevistado más misterioso del mundo y tal vez el que menos se prestaría a ser interrogado, pero no podía dejar de pensar que, conociéndolo, algún día tal vez estaría dispuesto a hablar". Y aparentemente lo estaba.

Los primeros intentos de negociación del británico fueron bien recibidos. El problema, como ocurre tantas veces, fue el precio. A principios de 1975, las tres cadenas más importantes (NBC, CBS y ABC) habían elevado la puja por los derechos hasta 400 mil dólares, pero Frost –que necesitaba urgentemente un golpe periodístico, después de la cancelación de sus shows en Estados Unidos y Australia– elevó la oferta hasta 600 mil por un total de cuatro programas de 90 minutos. Claro que con unas cuantas condiciones: exclusividad, salir al aire antes de la aparición del libro de memorias, total control editorial y libertad para discutir sobre Watergate.

A su vez el equipo del ex mandatario puso sus propias condiciones: la entrevista solo saldría al aire después de las elecciones presidenciales del 76 y una vez finalizadas las apelaciones de Bob Haldeman y John Ehrlichman, para no afectar ninguno de esos procesos. Las partes llegaron a acuerdo y el 9 de agosto de 1975, exactamente un año después de la salida de Richard Nixon de la Casa Blanca, David Frost se reunía con él para firmar el contrato en Casa Pacífica, la mansión del político en San Clemente, California. "Se veía confiado. Había ganado peso. No era ni la sombra del tipo que habíamos visto en los últimos meses".

Frost le pagó a Nixon 200 mil dólares de adelanto y de inmediato se lanzó a dos tareas clave: conformar un equipo de producción y asegurar la participación de canales y avisadores. Reunir a un grupo de periodistas que recopilasen toda la información, estudiaran la sicología y anticiparan las respuestas del ex presidente fue relativamente fácil comparado con los esfuerzos por vender el programa. Cierto que existía mucho interés, pero, como marca, Nixon estaba más que dañado y pronto fue claro que el británico y su gente estarían vendiendo comerciales hasta el último minuto.

Para cuando Frost se sentó por fin frente a Nixon, a fines de marzo del 77, la tarea por delante estaba clara: durante 12 días repartidos en varias semanas conversarían dos horas continuas en cámara, la ronda de entrevistas televisivas más larga a la que jamás se hubiera sometido un presidente norteamericano. El animador estaba más que advertido por académicos y amigos. Puesto en la posición del adversario, Nixon tendría todas las de ganar. No era cosa de llegar y "apretar" al personaje y, sin embargo, la primera pregunta que salió de la boca del inglés fue:

-Sr. Presidente, ¿por qué no quemó las cintas de Watergate?

EL CAMPO DE BATALLA

Al mirar 30 años después el match verbal entre Frost y Nixon –hace unos meses, el programa sobre Watergate fue editado en un DVD que se vende a través de Amazon.com– no da la impresión de estar frente a una batalla campal, pero sí en un escenario que fue cargándose lentamente de tensión hasta el punto de hacerse incontenible.

Frost siempre había sido un entrevistador pertinaz, obstinado e incluso agresivo, pero esta vez no podía adoptar su disfraz de cazador en busca de la presa. Su entrevistado resultaba alternativamente suspicaz, esquivo, derivativo, robótico y –respecto de los temas más delicados– profundamente vulnerable. Pocos rostros políticos han sido tan escrutados con tanto detalle por las cámaras y, en esta serie de entrevistas, la versión de Nixon que emerge es la de un hombre obviamente a la defensiva, pero antes que como una suerte de actor, alguien que, de tanto repasar lo dicho por él mismo en público y en privado –a través de la prensa o en las cintas privadas de la Casa Blanca– y compararlo con el registro de sus propios recuerdos, había terminado por elaborar sus respuestas como si fuesen los parlamentos de una obra. Una obra que le provocaba visible dolor físico tener que volver a representar.

El equipo se había preparado a conciencia para pasear a su entrevistado por los temas clave de su presidencia: las cintas secretas, Rusia, China, Medioriente, Camboya, los derechos civiles, la relación con Kissinger… Pero la conclusión de los primeros días era clara: muchas de las respuestas de Nixon eran evasivas, cuando no parecían derechamente preparadas. "Fuiste demasiado tolerante, Frost", le increpaba el columnista Joe Kraft, uno de los colaboradores de la producción. "Se nota que llegaste preparado a la grabación, pero por cada dos frases tuyas, Nixon se despacha respuestas de dos y tres páginas". De modo que no cabía otra posibilidad, si el británico quería integrarse al diálogo, tendría que comenzar a hacer valer su punto de vista, a opinar en cámara.

Lo que más desconcertaba al presentador era la capacidad del político para creer sus propias historias fueran estas apócrifas o no, como la de la adolescente que lo había escupido en Virginia en 1970 acusándolo de asesino ("ella era bellísima, pero en ese momento se volvió fea, la guerra tenía la culpa"). Recordando el episodio en el libro I gave them a sword, su relato sobre la trastienda de las entrevistas, Frost concluía que "Nixon no solo manipulaba las emociones para conseguir apoyo a sus políticas, sino que se manipulaba a sí mismo para aguantar, para mantener su paz interior y, en un caso extremo, su cordura". Las erost tenía cmociones. Claro que éstas tomarían un lugar central una vez que se dedicaran de lleno a discutir sobre Watergate. Como era esperable, Nixon se derrumbó. Pero casi arrastró a su entrevistador en la caída.

DERROTA SIN REDENCION

Con las dos sesiones más delicadas por delante, el método de extrema crítica del material que Frost había diseñado junto a sus colaboradores estaba haciendo agua: por un lado, el animador prestaba oídos a quienes le decían que Nixon era un luchador, que habría que atacarlo con todo; por el otro, si iba a obtener las respuestas que quería, había que establecer una narrativa, un medio por el cual el ex presidente pudiese contar por sí mismo la historia sin tener que arrancársela a tirones. La víspera de la primera conversación sobre el tema, el inglés estaba totalmente descorazonado.

La mejor chance de poder escuchar de su boca cómo se ocultó la información, de si hubo o no conspiración y actividad criminal, era ponerlo de frente a sus propias palabras, a las transcripciones de las cintas. "Nixon estuvo particularmente a la defensiva cuando discutimos sobre el dinero pagado a los involucrados en Watergate para que cerrasen su boca", comentó Frost el año pasado con motivo del lanzamiento del DVD con la sesión. Y es evidente: en la cinta, el mandatario no puede ocultar su incomodidad mientras el entrevistador comienza a leer citas textuales de los asuntos por él discutidos en las cintas. Hasta que simplemente no puede más:

-Alto, pare. Usted está haciendo algo que yo no haré durante esta transmisión, aunque tiene el derecho, pero está leyendo (mis citas) fuera de contexto, sin orden, porque yo las he leído y las conozco mejor que usted, porque yo estaba allí (sonríe). Usted las sabe mejor que cualquiera que yo conozca, se lo concedo… Pero la última cita que leyó –"acaso hay alguna alternativa con Howard Hunt"–… no leyó lo que seguía a continuación. No, no. La siguiente frase, la recuerdo tan bien: "pero con Hunt uno nunca tiene alternativa, porque a final de cuentas, todo se reduce a otorgarle clemencia". (…) Ustedes nunca leen la frase que sigue…

La puntualización anticipó lo que vendría: al día siguiente, en la segunda "sesión Watergate" Nixon bajó la guardia, o mejor dicho, rehusó volver a levantarla. Su equipo asesor, el que lo apoyaba en la redacción de sus memorias y para la entrevista, no tenía plan B. Uno de sus integrantes, la futura conductora de ABC Diane Sawyer, explicó a la gente de Frost que ni siquiera ellos sabían qué podía ocurrir a continuación. Para el inglés, todo lo que había precedido a este momento había sido un notable relato, "pero hasta ahí era solo Nixon hablando de la culpa de otros. ¿Qué había sobre él mismo, y su propia culpa?"

Frost optó por atacar la lenta reacción del mandatario en torno a los pagos ilegales efectuados por Haldeman y Ehrlichman a Howard Hunt, uno de los implicados en el escándalo: "Lo que todavía no puedo entender es por qué usted no tomó el teléfono y llamó a la policía. No hay evidencia ninguna de una reacción. En ninguna parte les dice: debemos llevar esta información directo a la justicia, o que es una conducta reprobable. En ninguna parte les dice: están despedidos".

La presión surtió efecto y el político comenzó a ceder terreno, a aceptar su propia responsabilidad e indecisión. Visto en pantalla ahora el efecto es casi magnético, y da la razón a quienes ven en Nixon dos personalidades complementarias. Aquella que está dispuesta a defender su punto hasta las últimas consecuencias y aquella que no puede resistir sus pulsiones autodestructivas. Tal como él mismo dice casi al final de la entrevista: "Creo que podría resumirlo en las palabras de aquel primer ministro inglés, Gladstone. El dijo que la primera cualidad de un premier es la de ser un buen carnicero. Hice las grandes cosas bastante bien. Me equivoqué terriblemente en lo que parecía una cosa pequeña y que acabó siendo grande, pero lo admito: no fui un buen carnicero".

Todavía quedaban un par de sesiones de grabación, pero el trabajo esencial ya estaba hecho. Nixon comentó fuera de cámara que más que entrevista, esto había sido casi como volver a vivir otra vez las mismas experiencias. El propio Frost estaba consciente de lo especial y conmovedor de todo el proceso, pero antes que todo estaba seguro de tener una extraordinaria pieza de televisión. Ahora restaba emitirla (lo que ocurrió unas semanas más tarde, el 4 de mayo del 77), esperar las críticas (fueron excelentes), recibir las felicitaciones y, a su debido tiempo, el juicio de la historia (James Reston, viejo y gran columnista, uno de los integrantes del equipo de Frost, sacará un libro sobre las entrevistas, en junio próximo). En cuanto al propio Nixon, el mejor testimonio a favor y en contra, es su notable don para la palabra. Salidas de su boca pueden funcionar tanto como cuchillo o bálsamo, como terrible mea culpa y ambigua petición de redención, una que jamás volvería a formular en términos tan directos:

"Defraudé al pueblo americano y tendré que llevar ese peso conmigo el resto de mi vida. Mi vida política está terminada. (…) Técnicamente no cometí un crimen, una ofensa punible. Pero esos son legalismos. Mi manejo de esa materia fue tan defectuoso, cometí tantos errores de juicio, los peores; errores del corazón antes que de la cabeza, como ya indiqué. Digamos que un hombre en un puesto difícil debe tener corazón, pero su cabeza siempre debe regir a su corazón".

LA CONFESION

David Frost no esperaba que Nixon se abriría de tal modo durante la discusión de su responsabilidad en el caso Watergate y él mismo tuvo que dejar sus apuntes de lado cuando el propio ex presidente lo instó a expresar su opinión sobre el escándalo. He aquí un extracto del momento cúlmine de la conversación:

Frost: ¿Nos explicará cómo se vio metido en esto, cuáles fueron los motivos? ¿Iría más allá de los errores? Las palabras no parecen suficientes para que la gente lo entienda…

Nixon: ¿En que palabras lo expresaría usted?

Frost: Oh Dios …no esperaba… Creo que hay tres cosas que me gustaría escucharle decir, que el pueblo americano quiere escuchar. Una es: tal vez hubo algo más que errores. Hubo mala conciencia, más allá de si existió crimen o no. Segundo, y lo digo sin cuestionar sus motivos: abusé de mi poder como presidente, no honré lo que encarna la oficina oval. Y tres: sometí al pueblo americano a dos años de agonía inútil y pido disculpas por ello. Sé lo difícil que puede ser, pero la gente lo necesita y a menos que usted lo diga, le va a pesar el resto de su vida.

Nixon: No ando por ahí con la idea de que fui víctima de un golpe o una conspiración. Yo mismo me derribé. Les di la espada: ellos la clavaron y la hundieron con gusto. Si yo hubiese estado en su posición, habría hecho lo mismo (…). Tuve muchas reuniones difíciles en esos días previos a la renuncia, y la más difícil, la única donde me puse a llorar –la primera vez que lo hacía de verdad, desde la muerte de Eisenhower– fue al momento de reunirme con mi círculo íntimo, media hora antes de aparecer por televisión. Durante 25 minutos nos sentamos, nos reímos. Era gente con la que yo llegué al Congreso, demócratas y republicanos, mitad y mitad, hombres maravillosos. Al final de la junta, tras darles las gracias por el apoyo en esos años difíciles, por lo que hicieron… la mitad de la gente en esa habitación estaba llorando… y no pude soportarlo. Me quebré. Lloré y entonces lo dije: "Lo siento, espero no haberlos defraudado". Y en cuanto lo pronuncié, lo dije todo. Lo hice. Defraudé a mis amigos, al país, a nuestro sistema de gobierno. Los sueños de toda esa gente joven que le da duro al gobierno, porque piensa que es corrupto. Más aún: perdí la oportunidad de tener dos años y medio para perseguir proyectos y programas, para construir una paz perdurable.

CHILE, ALLENDE Y PINOCHET

Entre la multitud de temas por los que Frost paseó a Nixon, la muerte de Salvador Allende y el golpe militar en Chile, pusieron al ex presidente en una ambivalente postura: " Si la dictadura de derecha no está exportando su revolución, si no está interfiriendo con sus vecinos, si no toma acción en nuestra contra, no representa para nosotros un problema de seguridad. Es un asunto de derechos humanos. Una dictadura de izquierda puede exportar su subversión a otros países. Y eso se mezcla con nuestros intereses". A lo que Frost respondió: "Pero lo que Chile tiene hoy con Pinochet es una dictadura de derecha. Lo que había con Allende era una democracia de izquierda o marxista. Nunca fue una dictadura".

Nixon: Entiéndame…

Frost: ¿Lo era o no?

Nixon: No. No estoy de acuerdo con lo que está diciendo… Yo….

Frost: ¿Pero era o no una dictadura?

Nixon: Usted dice que no lo era, pero mi punto es que Allende era un hombre bastante sutil y muy inteligente…

EL ENTREVISTADOR

Los diálogos con Richard Nixon acabaron por ganarle a sir David Frost la reputación del "entrevistador más famoso del mundo", pese a que buena parte de su fama inicial provenía de los programas satíricos de actualidad grabados para la BBC durante los años 60. No deja de ser curioso que alguien que empezó como cómico de cabaret sea hoy la única persona que ha entrevistado a los últimos siete presidentes norteamericanos y seis primer ministros de Inglaterra. El otro detalle es que el tipo, aunque no muy querido por algunos, sabe negociar muy bien: después de doce años con su programa dominical en la BBC, en noviembre del año pasado comenzó las emisiones de Frost over the world, especiales semanales emitidos por la señal en inglés de Al Jazeera.

LA OBRA DE TEATRO

Casi coincidiendo con los 30 años de las entrevistas, el guionista Peter Morgan (recientemente nominado al Oscar por The Queen) debutó como dramaturgo con el montaje Frost/Nixon, y en el que Michael Sheen se hace cargo del entrevistador y Frank Langella del entrevistado. Estrenada con buenas críticas en agosto de 2006, en Londres, la obra llegará a Broadway en las próximas semanas y eventualmente al cine, ya que Ron Howard (El código Da Vinci) compró los derechos para la pantalla.


Frost y NIXON

Frost/Nixon

Frost/Nixon
Frost-Nixon-Actors.jpg
Michael Sheen y Frank Langella interpretan a Frost y Nixon, respectivamente.
Título Frost/Nixon: La entrevista del escándalo (Argentina y México)
El desafío: Frost contra Nixon (España y Perú)
Ficha técnica
Dirección Ron Howard
Producción Ron Howard
Brian Grazer
Tim Bevan
Eric Fellner
Guion Peter Morgan
Música Hans Zimmer
Fotografía Salvatore Totino
Montaje Daniel P. Hanley
Mike Hill
Reparto Frank Langella
Michael Sheen
Sam Rockwell
Kevin Bacon
Matthew Macfadyen
Oliver Platt
Rebecca Hall
Ver todos los créditos (IMDb)
Datos y cifras
País(es) Reino Unido
Estados Unidos
Francia
Año 2008
Género Drama
Duración 122 min
Idioma(s) Inglés
Compañías
Productora Imagine Entertainment
Working Title Films
Distribución Universal Studios
Presupuesto 25,000,000 $US
Recaudación 27,015,079 $US
Ficha en IMDb
Ficha en FilmAffinity

Frost/Nixon es una película estadounidense (2008) protagonizada por Frank Langella, Michael Sheen, Kevin Bacon y Rebecca Hall, y dirigida por Ron Howard. La película, adaptación de la obra de teatro homónima de Peter Morgan, está basada en la serie de cuatro entrevistas realizadas por el periodista David Frost al presidente Richard Nixon, en 1977.

 

[editar] Sinopsis

Durante los tres años siguientes a su dimisión como Presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon mantuvo el silencio sin hacer ninguna declaración a la prensa. Sin embargo, en el verano de 1977, el ex presidente aceptó conceder una única entrevista –en cuatro partes–, y contestar a preguntas acerca de su mandato y del escándalo Watergate, que acabó con su presidencia. Tales partes, serían: Asuntos internos, Política exterior, Nixon: El Hombre, y El caso Watergate –en ese orden–. Nixon sorprendió a todos al escoger a David Frost como confesor televisivo, seguro de que podría con el alegre presentador británico y se ganaría los corazones y las mentes de los estadounidenses.

La película narra las dificultades con que comienza Frost el proyecto, rechazado por las productoras y cadenas de televisión nacionales y extranjeras, hasta el punto de tener que ser sufragado con su propio patrimonio. Frost, convencido de su éxito, se ve superado por las respuestas evasivas de Nixon, hasta el punto de perder la confianza de su propio equipo en las tres primeras partes.

El último día de rodaje –dedicado al caso Watergate– Frost descubre un hilo del que poder tirar, y ayudado por su investigador, encuentran unos sucesos que harán que el expresidente se encuentre con un entrevistador completamente distinto al de los días anteriores, un periodista que le hará mostrar su cara más arrepentida ante todo el pueblo americano.

[editar] Basada en hechos reales

David Frost –en una entrevista a Donald Rumsfeld– y Richard Nixon –foto presidencial–.

La obra de teatro de Peter Morgan de la que es adaptación la película, está basada en la serie de cuatro entrevistas realizadas por el periodista David Frost al presidente Nixon en 1977.

La serie obtuvo la mayor audiencia de un programa político en la televisión estadounidense. Los 45 millones de espectadores que siguieron la primera parte, son un récord que aun sigue vigente. Su legendario enfrentamiento revolucionó el arte de la entrevista, cambió el aspecto de la política e hizo admitir algo al ex presidente que sorprendió a muchos y a él mismo. Fue una entrevista muy controvertida, y más en el contexto político en la que fue rodada.

sábado, 15 de octubre de 2011

a proposito de soldado anonimo

 

Sam Mendes

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Samuel Alexander "Sam" Mendes, CBE (n. 1 de agosto de 1965; Reading, Berkshire, Inglaterra) es un director de cine y teatro británico.

Contenido

[editar] Biografía

Estudió en la Universidad de Cambridge. Como director de escena, es muy conocido por su producción de 1998: "Cabaret" (musical) estelarizada por Alan Cumming. Como director de cine se le reconoce por su ópera prima "American Beauty" (1999), la cual lo hizo acreedor a un premio de la Academia por Mejor Director.

Tras una cadena de romances con varias actrices, que incluye a Cameron Diaz, Calista Flockhart y Rachel Weisz, Sam se casó con la actriz inglesa Kate Winslet 24 de mayo de 2003. Su primer hijo Joe Alfie Winslet-Mendes nació el 22 de diciembre de 2003. También tiene una hijastra, Mia Hiney Threapleton, fruto del primer matrimonio de Winslet con el asistente de dirección inglés Jim Threapleton. El 15 de marzo de 2010 el matrimonio anunció su separación.

[editar] Filmografía como director

[editar] Premios

Premios Óscar:

Año Categoría Película Resultado
1999 Mejor director American Beauty Ganador

Premios Globo de Oro:

Año Categoría Película Resultado
2000 Mejor director American Beauty Ganador
2009 Mejor director Revolutionary Road Candidato

[editar] Enlaces externos

jueves, 6 de octubre de 2011

discurso de despedida

El discurso en Stanford para despedir al mejor orador de la tecnología

Steve Jobs

MADRID, 6 (Portaltic/EP)

Los homenajes y reconocimientos a Steve Jobs después de su muerte no paran de producirse. Usuarios, expertos y compañeros de trabajo recuerdan al ex CEO de Apple y reconocen su talento y toda una vida dedicada al trabajo. Los homenajes a su trayectoria se suceden y una de las cualidades que más destacan son la calidad de su retórica y sus cualidades como orador. Un ejemplo de su talento en este campo es el discurso que ofreció en la Universidad de Stanford en 2005.

Con la muerte de Steve Jobs Apple pierde a su líder y a una de las personas que mejor ha sabido transmitir el concepto de la compañía. En el discurso en la Universidad de Stanford se puede apreciar ese poder de convicción. Ante una audiencia formada por estudiantes, Jobs realizó una presentación llena de fuerza, de esperanza y de ánimo.

El discurso de Jobs se centra en "tres historias" de su propia vida. La parte más impactante es la última, en la que Jobs habla de la muerte y de la enfermedad que padecía. Según el cofundador de Apple, pasó los últimos 33 años de su vida preguntándose cada mañana: "¿Si hoy fuese el último día de tu vida, querrías hacer lo que estas haciendo hoy?". Según Jobs, cuando la respuesta era "no" durante varios días, sabía que tenía que cambiar algo.

Discurso de Steve Jobs en Stanford (subtitulado)

"El recordar que estaré muerto pronto es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones en la vida", explicó Jobs después de comentar que le había diagnosticado Cáncer. "Recordar que uno va a morir es la mejor manera que conozco para evitar pensar que hay algo que perder. No hay razón alguna para no seguir los consejos del corazón".

"Su tiempo es limitado, así que no lo pierdan viviendo la vida de otro. No se dejen atrapar por el dogma que implica vivir con los resultados de las creencias de otros", comentó Jobs, que dio toda una lección de vida a los asistentes.

El discurso completo es una auténtica declaración de intenciones y un manifiesto de la filosofía de vida que Steve Jobs ha tenido durante toda su vida. El discurso que ofreció a los estudiantes de Stanford cobra en sentido especial en el día de la muerte del fundador, que demostró ser un visionario incluso a la hora de entender la muerte.

Enlaces relacionados:

- Vídeo de Steve Jobs (http://www.youtube.com/watch?v=uXKku2KYZf0).